Estamos en plena revolución de la Internet de las Cosas: consumidores que a su vez se vuelven productores de contenido y servicios en la nube que permiten una agilidad sin precedentes.
De esta vorágine de cambios y volatilidad surgen enormes tensiones a las que las empresas deben adaptarse. Oportunidades y amenazas aparecen de la noche a la mañana y en igual medida.
Empresas como Amazon, Google y Apple prosperan en este entorno con la creatividad y fluidez de un artista y el rigor y la solidez de un científico. ¿Cuál es su secreto? ¿Qué elementos conforman esa magia? Y ¿Cómo se logra la transformación de una organización?
El elemento clave se llama
“Cultura Analítica”: una convicción insoslayable del
valor de la información (que deriva en sofisticados procesos de captura y administración de datos) y
técnicas analíticas sofisticadas que permiten tomar acciones veloces, inteligentes y certeras.
Anteojos para mirar
En los últimos 10 años, múltiples consultoras desarrollaron mapas que describen las etapas por las que ineludiblemente deben pasar las organizaciones en su camino a la madurez y cuáles son los servicios para ayudarlas a acelerar la transformación.
Según el modelo de madurez analítica de una reconocida empresa internacional, existen cuatro dimensiones desde donde mirar y evaluar:
- Competencias de la gente: ¿Qué conocimientos, comportamientos y habilidades analíticas poseen los empleados?
- Procesos de información: ¿De qué manera se captura, almacena, procesa y distribuye la información en la organización? ¿Quién tiene acceso a qué información?
- Infraestructura técnica: ¿De qué herramientas técnicas disponen los empleados? ¿Qué nivel de sofisticación tiene cada sector?
- Cultura organizacional: ¿La organización incentiva a tomar riesgos calculados? ¿Cómo entiende los errores de aprendizaje? ¿A quiénes premia, cómo y por qué?
No todas son iguales
Cuanto más madura es una organización, mejor equipada está para competir en la economía actual. Por lo tanto, las organizaciones menos maduras tienen mayor riesgo de desaparecer como consecuencia del entorno competitivo. Los niveles de madurez son:
- Individualista: Son empresas enfocadas en el día a día; actúan de manera reactiva y lenta, por lo que tienen alto riesgo en la economía digital.
- Departamental: Algunos departamentos mejoran, muchas veces, sus prácticas e infraestructura de manera independiente. Así, proliferan bases de datos, productos y especialistas dispersos en la organización. Surgen tensiones derivadas de competencia entre sectores. Impera la cultura de “nosotros contra ellos”. Un ejemplo típico es la tensión entre el departamento de riesgo y el de marketing, que se oponen en sus objetivos.
- Empresa: Representa el punto de inflexión hacia una visión integrada del negocio. Consolida un Data Warehouse, entiende su ecuación de ingresos y empieza a alinear los departamentos en pos de objetivos de la empresa como un todo.
- Optimización: Se busca mejorar los márgenes y eliminar ineficiencias y redundancias a través de procesos más sofisticados. Se desarrollan modelos de valor de cliente y se adopta una actitud de prueba y error basada en datos cuantitativos.
- Innovación: En este nivel se libera la creatividad y la fluidez de la organización, que se entiende como una red que forma parte de redes más amplias (clientes, prospectos, proveedores, entre otros). Se abre a fuentes de datos externas como redes sociales, dispositivos, datos abiertos y demás. Recompensa el pensamiento creativo y mantiene procesos de mejora continua. La misión y visión de la organización es potente y logra atraer y retener a talentos del mercado laboral.
Los primeros pasos para madurar
Según Gartner, la mayoría de las empresas de Estados Unidos están estancadas entre los niveles 2 y 3, por lo que tienen serias dificultades para hacer valer sus inversiones en tecnología, justamente por factores no tecnológicos.
El camino para empezar a destrabar el crecimiento es hacer un relevamiento de la organización en las áreas señaladas, mapear su estado en cada una de las cuatro dimensiones y definir a dónde se busca llegar. De ese análisis se derivarán las acciones a tomar. Cada etapa tiene sus desafíos propios. Así como el salto al nivel
empresa requiere un liderazgo ejecutivo comprometido, el salto al nivel
optimización muchas veces implica un proceso más lento y silencioso de desarrollo de competencias en los empleados.
El mapa está trazado. Queda en cada uno evaluar en qué punto del recorrido se encuentra, y hasta dónde quiere llegar.